Ante todo conviene considerar en la elección del cónyuge la virtud, la piedad y el sentido común de la persona que nos interesa, observando también esas cualidades en sus padres y hermanos.
Podemos admitir, además que la semejanza de edad, de origen, de ambiente, de educación y de intereses espirituales constituyen un punto de partida que puede garantizar la profundización creciente del amor conyugal.
Cuando reinan el respeto y la simpatía reciprocas, los lazos de amor y felicidad se afirman continuamente y sellan la unión y la armonía. (Menorat hamaor 168-163).
Los hombres de sentido común tienen por norma de conducta procurarse una subsistencia y una vivienda antes de casarse(Rambam deot 5-11).
El hombre tiene el deber de honrar a su mujer y de hacerse agradable a la que le esta fielmente consagrada(Baba Metzia 59).
La mujer tiene que tratar de agradar a su marido, de manera que el encuentre su placer en su casa(Yebamot 62).
Aquel que permanece soltero, se encuentra sin alegría, sin bendición, sin bondad, sin Tora, sin protección y sin paz(Yebamot 62).
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