La fuerza de la fé sencilla

Apenas fue nombrado el autor del libro “Mijtab Sofer” como rabino en la ciudad de Cracovia, se presento ante el una mujer y le suplico que haga tefila (rezo) por su hijo enfermo.

El rabí. que estaba acostumbrado a la pronunciación húngara, no podía comprender aun la pronunciación polaca y pensó que la mujer le solicitaba algún amuleto o curación milagrosa, lo cual no era su estilo.

Luego de los ruegos insistentes de la señora, le dijo:

-“Dele al niño que beba hojas de algarrobo maceradas en agua”, pensando que si no curaba tampoco dañaba.

Así hizo la mujer y la criatura se curo, provocando que la ciudad entera proclame que el nuevo rabino llevaba a cabo milagros.

No paso mucho tiempo hasta que se presento al Rab. un hombre relatándole que su sustento provenía de una taberna que arrendaba a un terrateniente, y no tenia como pagarle la renta, lo que en esos días significaba que lo echen a la cárcel como mínimo, ¿y que seria de su familia?

Todo esto lo contaba el posadero acongojado entre lágrimas y suspiros y el rabí. Sofer entendió solo esto: Este hombre tiene un gran problema, seguro que hay algún enfermo en su casa y quiere pedirme un amuleto o curación milagrosa.

Le dijo el rabí.: -“que tome hojas de algarrobo maceradas en agua”.

Se iluminaron los ojos del hombre y volvio a su casa. Puso las hojas a macerar y bebió la mezcla.

Salio a la ciudad y su estomago comenzó a sentir un espasmo, sus ojos se nublaron y se desmayo.

Justo en ese instante se acercaba el terrateniente para cobrar su deuda , cuando vio al pobre judío retorcerse y pensó que su desmayo era producto del temor que le causaba el feudal, lo que lo lleno de orgullo.

Se agacho sobre el posadero y gruño: -“Levantate, despierta que te perdono la deuda”

Esta historia la cuenta el hijo del sabio Rabí Akiba Sofer Z”L y agrego:-“yo no soy ningún inocente que me creo todo, pero vi con mis sentidos que el que cree en su rab. con fe plena, desde el shamaim (cielo) lo ayudan”.

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