Ocurrió con Rabí Shimon ben Shataj, quien era un gran sabio del pueblo judío, que en cierta oportunidad había comprado un asno a un árabe.
Los alumnos del Rabino encontraron una piedra preciosa que pendía del cuello del burro, oculta por su pelaje.
Le dijeron: -¡Rebi. “La bendición de Di.s enriquece”!
Le contesto a ellos : -Un burro compre , un diamante no compre.
Fue y se la devolvió a su dueño.
Expreso el árabe acerca del Rab.:
“Bendito Hashem, el Di-s de Rabí Shimon Ben Shataj”
Y también cuenta el Talmud que en Yerushalaim los Sabios compraron espigas de trigo de los no judios y en el atado encontraron monedas escondidas y las devolvieron.
Exclamaron los gentiles:
“Bendito el Di-s de los judíos”
No existe mayor mitzva en este mundo que lograr santificar públicamente el nombre de Hashem, tratemos entonces de emular a nuestros maestros.