Como muestra de la entrega y sacrificio que el ADMUR Rabí Mordejai Merajamstrivuka, de bendita memoria, hacía por la salvación del prójimo, traeremos el siguiente relato, acaecido durante una de las épocas más
trágicas de Ierushalaim, en la cual se habían propagado en ella enfermedades y epidemias.
La hija de uno de sus vecinos que se había contagiado con estas enfermedades, necesitaba para su curación de grandes cantidades de agua caliente. Pero la pobreza que se vivía en Jerusalem era tan extrema, que no se podía conseguir ni un poco de leña con la se pudiera calentar agua para el tratamiento.
Cuando el ADMUR Rabí Mordejai Merajamstrivuka escuchó lo que sucedía, sin decir una palabra, subió a la terraza de su casa y comenzó a desarmar las paredes de madera de su tan preciada sucá, para entregarla con prontitud a ese yehudi que precisaba calentar el agua para su hija.
Cabe enfatizar, que esas maderas de las sucá, las había recibido como herencia, generación tras generación, desde el Rabí. autor del “Mahor Einaim” mientras aún vivía en Europa, y eran tan valiosas para él , que las trajo consigo en su alía a Israel, cuidándolas como la niña de sus ojos.
Y era sabido cuanta gente adinerada le había ofrecido con anterioridad comprárselas a cambio de un precio muy alto, pero el ADMUR se había negado siempre a desprenderse de ellas, a pesar de la vida de apremios que llevaba.
Sin embargo al escuchar la dura enfermedad de la niña, sin dubitar un instante, subió al altillo y con mucho esfuerzo desarmó las paredes de la sucá , sobre las que estaban tallados nombres sagrados, para así entregar las valiosas maderas al padre de la niña para que pudiera utilizarlas como leña en su curación.
( Extraido de “Pregúntale a tú padre que te contará”)